20180910 072609

Si pudiésemos valorar el coste económico que le ha supuesto a este país y a sus empresas el abuso del CONTROL-C en las mediciones para la ejecución de proyectos, creo que no hablaríamos de cientos, sino de miles de millones de euros. ¿Exagero? Creo que en absoluto.

A lo largo de mi vida he tenido que realizar muchos estudios sobre pliegos de condiciones, planos y proyectos. Aunque ahora ya sólo trabajo para la empresa privada, hubo una época en que todo esto giraba en torno a la obra pública, en colegios, institutos, centros de salud…

Y en la mayoría de las mediciones de obra encontraba partidas mal definidas, obsoletas, incompletas o que, simplemente, estaban extraídas de fichas técnicas o incluso de folletos publicitarios de una marca en concreto que estaban ahí aunque no pertenecían a esa instalación, porque alguien las había encajado con un corta y pega desde un trabajo anterior, a veces que nada tenía que ver con lo que ahora se «estudiaba».

Encontrar este tipo de gazapos daba la oportunidad de aprovecharlos para ofertar barato a sabiendas de que recuperarías con creces en los contradictorios, engordando tu factura durante la obra, participando del beneficio de los sobrecostes con cargo a bolsillos ajenos.